El otoño nos empuja a estar más tiempo en la cocina. Momento ideal para darle “con todo” a esas formulas sobre la base de levadura prensada que rinden para un batallón.
1) Disuelva 50 gramos de levadura prensada en ¼ de taza de agua tibia.
2)
Agréguele 1 cucharadita de azúcar y ½ cucharada de harina. Y bata con
batidor de alambre hasta que la superficie se llene de globitos. Tápela
y deje en sitio tibio hasta que se transforme en una “esponja”.
3)
Ponga la “esponja de levadura” en un bol grande y agréguele 75 gramos
de manteca blanda, 3 huevos, ½ taza de leche, ralladura de ½ limón, ¼
de cucharadita de agua de azahar y 1 taza de azúcar.
4)
Bata todo con la mano abierta mientras le incorpora la harina
necesaria para formar un bollo tierno que se desprenda del bol.
Vuélquelo sobre la mesa enharinada y amáselo hasta que no se note la
manteca. Póngalo en un bol limpio, tápelo y déjelo leudar en un lugar
tibio.
5)
Cuando la masa haya crecido el doble, vuélquela sobre la mesa y
aplástela sin lastima (“La opresión hace el jubilo…”). Vuelva a ponerla
en un bol a leudar.
6) Estire la masa en forma rectangular y acomódela en una asadera enmantecada y enharinada ¡Y vuelva a dejar leudar!
7)
Cúbrala con un enrejado de crema pastelera espesa, pinte los espacios
libres con huevo batido y salpique con azúcar partida (o molida).
8)
Cocine en horno requetecaliente, hasta dorar. Y una vez fría, pártala
por la mitad, vuélvala a armar con una capa así de gorda de crema
chantilly. ¡Y convide a todo el barrio!
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