Parece una antigüedad decir “chuletas” en lugar de “costillas”, ¿verdad? Sucede que más de una vez la nostalgia por las chuletas con salsa de limón que hacia mamá me impide llamarlas de otro modo. Tendrían otro sabor. No serían las mismas. Viajar en el recuerdo, a través del sabor, un aroma, un momento feliz compartido, es privilegio de quienes – además de “gordas mentales” – guardamos memoria del corazón. Y yo creo en Cicerón: “La memoria disminuye si no se la ejercita”… ¡Glup!
· Chuletas con salsa de limón
INGREDIENTES
Chuletas de cerdo, 8
Aceite, 2 cucharadas
Jugo de 2 limones
Huevos batidos, 4
Perejil, picadísimo, 1 cucharadita
Sal y pimienta, a gusto
PREPARACIÓN
1. Quítele el exceso de grasa a las chuletas (mamá a veces hacia esta receta con “pechito de cerdo” cortado en trozos, pero seguramente para que nos entretuviéramos horas y horas chupando los huesitos… ¡Elija usted a su gusto!).
2. Sazónelas con sal y pimienta; y póngalas a dorar en el aceite caliente.
3. Cuando las chuletas estén doraditas en el aceite y la propia grasita que sueltan, eche en la cacerola los huevos batidos, mezclados con el jugo de limón y sazonados con sal.
4. A partir de entonces, revuelva continuamente el batido, a fuego moderado (¡que no se le pegue en el fondo de la cacerola!) hasta que el huevo se coagule (¡que horrible palabra para cocinar! Pero usted me entiende… ¿no?) y, a fuerza de revolver, se convierta en una salsita granulada.
5. Pruebe y rectifique – o no – el sazonamiento. Sirva bien caliente, con toda la salsa espolvoreando con el perejil.
Nota: Si la salsa quedara muy seca, agregue un chorrito de caldo o leche. Pero poco… ¿eh?
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