A esta altura de mi vida... ¡debo haberle dado muchas fórmulas para hacer pastelitos de hojaldre! Pero esta -a mi juicio- es para dejar a todos... ¡con la boca abierta! La masa es deliciosa, lleva el tradicional relleno de membrillo y salen bañados en almíbar. ¡Glup...!
Lo que llevan
harina tamizada. 400 GRAMOS
manteca blanda (a temperatura ambiente). 150 GRAMOS
agua con un poco de sal. CANTIDAD NECESARIA
dulce de membrillo. 350 GRAMOS
grasa o vegetalina. CANTIDAD NECESARIA PARA FREIR
almíbar a punto de hilo fuerte. 1/2 LITRO
grajeas de colores. A GUSTO
Coloque la harina (previamente tamizada con un colador de malla fina) sobre la mesa limpia y hágale un hueco en el centro, como formando un volcán. Ponga en el hueco 100 gramos de la manteca indicada. Recuerde retirarla a tiempo de la heladera para que, en el momento de utilizarla, esté a temperatura ambiente para poder trabajar la masa. Sígame...
Una todo agregando de a poco la salmuera necesaria hasta obtener un bollo que no se pegotee. Derrita la manteca restante a fuego suave. Estire la masa sobre la mesa dejándola de 1/2 centímetro de espesor y dándole forma cuadrada. Pincele la masa con parte de la manteca derretida y espolvoree con harina. Doble la masa en dos, como si cerrara un libro.
Gire la masa 90 grados, de modo que los extremos abiertos queden hacia los costados. Vuelva a estirar, unte con el resto de la manteca derretida, espolvoree con harina y dóblela esta vez en cuatro partes: de derecha a izquierda y de abajo hacia arriba. Tápela y déjela descansar 15 minutos en lugar fresco. En un bol aparte, desmenuce el dulce con un tenedor.
Estire la masa finita como papel. Despéguela con espátula y córtela en cuadrados de 8 cm. Superponga dos cuadrados pegándolos en el centro con una gota de agua. Coloque en el medio un poco de dulce. Tape con 3 cuadrados superpuestos y pegados con una gota de agua. Presione la masa alrededor del relleno y también las esquinas de los pastelitos.
Derrita la grasa y, cuando esté tibia, eche en la olla una tanda de pastelitos, de modo que puedan nadar sin chocarse. Mientras se fríen, báñelos con una cuchara para que la masa se abra en hojas. Una vez dorados, escúrralos sobre papel y espolvoréelos con azúcar. O báñelos con almíbar a punto de hilo fuerte y, si quiere, ¡espolvoréelos con grajeas de colores!
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